No te engañes, la noche que recuerdas
como la más dichosa de tu vida
no fue distinta a otras que olvidaste.
Su gloria estuvo, quizá, en escribirla
sin aquello que desdice al discurso
que te hace revivirla con los años.
No te engañes, no exijas la alegría
de un beso en una noche de verano
porque los unicornios ya murieron
y la añoranza es un nacionalismo
al que te une un pasado que no fue.
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